Actualmente hay un gran número de empresarios de éxito que, en lugar de destinar toda su inversión a comprar acciones de grandes empresas, diversifican su cartera y crean vehículos de inversión para apoyar a jóvenes emprendedores. El fenómeno start-up ha funcionado con éxito en todo el mundo, y en España no ha sido una excepción.
La asesoría financiera puede ayudar, tanto a un inversor como a un emprendedor, a elegir el tipo de socio que más le conviene, en función de los objetivos económicos, del riesgo financiero y el control de la gestión que cada una de las partes esté dispuesta a asumir.
Cada semana leemos noticias acerca de grandes empresarios que invierten dinero en pequeñas compañías tecnológicas o de base digital que apenas están dando sus primeros pasos. Es una simbiosis perfecta: los emprendedores buscan el capital que en ocasiones les niega la banca, y además también pueden requerir -o no- cierto apoyo en la gestión del negocio. Para los inversores que ponen su dinero en “capital semilla”, las expectativas son muy altas, aunque van ligadas siempre al gran riesgo que supone invertir en empresas recién nacidas y que operan en sectores tan dinámicos de la economía.
Decidir si entras en un negocio como socio capitalista o socio inversionista es un auténtico dilema, no sólo para el inversor, sino también para la empresa que va a recibir esa inyección de capital. El carácter activo o pasivo de la inversión definirá la estrategia en la gestión, pero también la relación entre el titular de las acciones y los ejecutivos de la compañía.
Además del típico accionista o inversor, en los últimos años han aparecido también figuras en el ámbito de la inversión diferentes a las habituales, como por ejemplo el business angel (inversor de proximidad que provee capital a una start-up) o los family offices (plataformas de inversión para gestionar los recursos de las familias con grandes patrimonios).
Socio capitalista
El socio capitalista, una vez que ha adquirido acciones de la empresa, se involucra en la gestión de la misma. El grado de implicación en la gestión depende, en gran medida, del porcentaje del capital que adquiere. Cuantas más acciones acumule, más votos tendrá. Así, si cuenta con un porcentaje grande de títulos, será un accionista de referencia y tendrá derecho a ocupar un lugar o más en el consejo de administración.
En estas reuniones podrá participar en las discusiones acerca del orden del día, y podrá cuestionar o avalar las decisiones tomadas por la dirección ejecutiva de la compañía.
Los accionistas minoritarios cuentan con pocas acciones, y por tanto, disponen de poca o ninguna capacidad de influencia en el consejo de administración. Frecuentemente los pequeños accionistas se asocian para poder conseguir un mayor protagonismo en la gestión.
Cuando un accionista compra títulos de una empresa, puede adquirir derechos económicos o derechos políticos. Entre los económicos figura el derecho a recibir un dividendo de acuerdo a la participación, a percibir un porcentaje del valor de la empresa, en caso de que ésta sea liquidada, y a vender las acciones libremente en el mercado. Entre los políticos o de gestión están vinculados tanto los votos como el acceso a la información necesaria para conocer la gestión empresarial.
Socio inversionista
Cuando una persona decide llevar a cabo una inversión está adquiriendo una parte del capital para obtener una ganancia futura. Las inversiones contemplan tres variables: por un lado, establecen un rendimiento esperado (que % anual se espera ganar), el riesgo aceptado (qué % posibilidades hay de obtener la ganancia esperada) y el horizonte temporal (en cuánto se obtendrá la ganancia).
A partir del estudio y del análisis minucioso de estas tres variables, el inversor particular o el grupo de inversores, a través de un fondo, buscará sectores o empresas que cumplan estos objetivos de inversión, y tomará una participación de acuerdo con su interés.
En los últimos años hemos visto como han aparecido en el mercado fondos de capital riesgo (también llamados fondos buitre o fondos de inversión libre), que invierten en empresas que están atravesando por situaciones especiales, como reestructuraciones o situaciones concursales.
Típicamente, invierten tanto en el capital como en la deuda de empresas con el objetivo de reflotar la compañía y sacarla de los números rojos, para luego poderla vender y obtener plusvalías. En este caso, estos fondos de capital no adoptan el papel de inversor financiero pasivo, sino que se convierten en socios activos que, además del capital necesario, aportan, si fuera necesario, capital humano.
En todo caso, corresponde al titular de la empresa estudiar minuciosamente qué tipo de socio busca, y si necesita o requiere, además de capital, algún otro tipo de apoyo, como por ejemplo contactos o know how de cara a una eventual venta de la compañía.
Sobre el autor:
Especialista en Finanzas
Miquel Valls – Asesores Fiscales y Financieros